El Cementerio de Igualada fue diseñado por Enric Miralles y Carme Pinós como un lugar de reflexión y recuerdo.
Concibieron una nueva visión de cementerio que considera tanto a quienes descansan en él como a sus familiares.
Los arquitectos imaginaron el cementerio como la “Ciudad de los Muertos”, un espacio donde los vivos y los difuntos se encuentran en espíritu.
Es un lugar para aquellos que vendrán a reflexionar en la soledad y la serenidad del paisaje catalán.
Miralles y Pinós quisieron que los visitantes empezaran a comprender y aceptar el ciclo de la vida como un vínculo entre el pasado, el presente y el futuro.
Incrustado en las montañas, el Cementerio de Igualada es una obra de tierra que se funde con el paisaje, como si fuera un elemento natural del entorno.