Txema Salvans descubre el contraste entre la naturaleza idealizada y los espacios de ocio industrializados, exponiendo la tensión entre el escapismo y la realidad.
Su trabajo también plantea una paradoja en la percepción: Los espectadores ven lo que los sujetos rechazan, ejemplificando la política de la mirada.
“Creo que mi forma de mirar ha pasado de la sorpresa, la ironía o la celebración a una aceptación complacida de las manifestaciones de los demás.”
Salvans mantiene un punto de vista lo suficientemente distanciado como para dar prioridad a la escena y su entorno por encima de los sujetos individuales y sus expresiones.