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La botella de leche que diseño André Ricard en 1967 para la marca Rania es uno de los mejores ejemplos del diseño industrial español. Ricard cambió la estatura del frasco para que encajara en los estantes de las neveras domésticas, incorporó un entrante tórico para que las personas con manos más débiles pudieran manejarla aún estando húmedo y ensanchó la abertura de la boca para reducir salpicaduras. Su forma característica consiguió, además, hacer destacar la marca en el lineal sin renunciar a su esencia, que ya era muy familiar para el público.

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