
El artista Joaquín Torres-García, artista de origen uruguayo residente la mayor parte de su vida en España, supo como nadie mezclar la vanguardia europea de los años 30 con el arte popular y la creatividad de los niños. Su colección de juguetes para Aladdin Toys (New York), surgida a partir de su fascinación por la espontaneidad infantil, empezó como un proyecto personal destinado a fomentar la creatividad de sus hijos. Estas piezas, que fascinan por igual a críticos de arte y profanos, representan la versión popular de muchas de las aportaciones que hicieron Picasso, Arp o Van Doesburg al mundo de la escultura.